Cada cuánto conviene hidratarse y por qué esperar a tener sed no es la mejor estrategia.
Cuando hace frío, la sensación de sed disminuye, pero el cuerpo sigue necesitando agua. En invierno transpirás menos, pero igual perdés líquidos a través del sudor, la orina y la calefacción. Tomar agua solo cuando tenés sed puede no alcanzar para mantenerte bien hidratado.
¿Por qué no sentís sed en invierno? El frío afecta la percepción de sed: los vasos sanguíneos se contraen, hay menos sudoración visible y el cuerpo no envía señales tan claras como en verano. Además, se prioriza conservar el calor, no tanto el agua. Pero eso no significa que el cuerpo no la necesite. De hecho, podés estar deshidratado sin darte cuenta.
¿Qué pasa si no tomás suficiente agua?
– Aparece el cansancio sin motivo aparente
– Se reduce el rendimiento físico y mental
– La piel se reseca más
– Podés sufrir dolores de cabeza, estreñimiento o mal humor
– Aumenta el riesgo de infecciones urinarias
No hace falta obsesionarse con litros exactos, pero sí mantener una frecuencia mínima constante, aunque no tengas sed. La recomendación general es tomar al menos un vaso de agua cada dos a tres horas durante el día. Si no te gusta fría, podés tomarla natural o tibia, o en forma de infusiones sin azúcar.
Trucos para mantenerte hidratado sin darte cuenta:
– Tené siempre una botella o vaso a la vista
– Tomá un vaso al levantarte y otro antes de cada comida
– Elegí infusiones suaves como té verde, rooibos o agua con jengibre
– Sumá alimentos con alto contenido de agua (frutas, verduras, caldos, sopas)
– Si tomás mate, compensá con agua pura (el mate también deshidrata)
Fuente: Nexofin