¿Gentileza con un antiguo amigo de la casa o, directo al punto, salida al modo de la vieja fórmula de cobrar antes que nada o por las dudas? Algo de eso hay en el waiver (perdón) que el Fondo Monetario le dio a la Argentina por la meta de acumulación de reservas por US$ 4.000 millones que debía cumplirse este 13 de junio.
Es parte de las condiciones asociadas al préstamo de US$ 20.000 millones acordado por el FMI a comienzos de abril, el waiver cae a fines de julio mientras la película continúa.
Salta evidente en la prórroga misma que el gobierno de Javier Milei anda flojo de dólares. Mezclado con el objetivo de movilizar actividad económica, eso también queda bien claro en el reforzamiento del blanqueo que apunta a reflotar los dólares del colchón al máximo posible.
Entre tantos malabares cruzados cuesta no poner la mira en un dato que explica unos cuantos resultados que se miden en millones de billetes color verde. Se le dice diferencial cambiario, para evitar el más crudo calificativo de retraso cambiario que incomoda al oficialismo libertario.
Un caso rotundo aparece en el turismo llamado emisivo. Cifras del INDEC cuentan que 8,4 millones de argentinos viajaron a distintos lugares del exterior durante el primer cuatrimestre de 2025, unos 3 millones más que en el mismo período del 2024. El destino preferido, Brasil.
En paralelo, lo que sigue dice que mientras eso pasaba con los argentinos, aquí llegaron 805.000 turistas extranjeros, 163 mil menos que en el primer cuatrimestre del 2024. Arriba del ranking, otra vez Brasil que, para más datos, muestra una inflación anual del 5% contra el 47,3% de la Argentina.
El diferencial cambiario, que a la vez pesa en costos y precios, también está detrás de estos números. Y rotundamente, en unos datos del Banco Central sobre el mismo asunto: cantan que desde enero de 2024 la cuenta del turismo acumula un déficit de US$ 9.300 millones. Esto es, un rojo equivalente a las exportaciones de petróleo, combustibles y energía de todo un año.
Y a propósito del balance comercial que poco menos que define el estado y la marcha del sector externo, en este 2025 ya tenemos varios contrastes poco estimulantes. En perspectiva, uno revela que las exportaciones crecen al 5,8% y las importaciones, al 35,7%: peligro de déficit y baja en los ingresos de divisas.
Se entiende, de cosas como estas hablamos cuando decimos que el gobierno libertario anda flojo de dólares. O se afirma que la Argentina es un país caro en dólares al revés de lo que ocurre con otros del vecindario y aún alejados del vecindario.
Pegado al apretón con el Fondo, en el frente de las exportaciones los datos del 2024 cantan US$ 79.703 millones y cantan bastante más que eso: revelan un bajón de US$ 9.000 millones comparadas con las de 2022 y cierta paridad respecto de las de 2012 y 2022. Seguimos hablando de dólares y, esta vez, de una variable que debiera crecer necesariamente.
Lo que sigue en este boletín también cuenta cómo andamos y en qué punto estamos. Estamos con vencimientos de la deuda en moneda extranjera que, según datos de la Fundación Capital, suman US$ 10.400 millones hasta fin de año. De ellos, US$ 4.798 caen julio, o sea, dentro de un mes.
¿Y qué tenemos para enfrentar semejante panorama? Tenemos reservas netas en rojo; si se prefiere, un poco más de lo mismo: las cifras del Banco Central del 20 de mayo decían menos US$ 8.772 millones y, con el mismo signo, las de diciembre de 2024, US$ 2.226 millones.
A la vista hace tiempo, la gran apuesta del Gobierno pasa por llegar a las elecciones de octubre en plena desinflación y con el dólar en calma, dos variables que acá suelen tocarse. Vista la magnitud de la movida, luce imprescindible operar a fondo para acumular un buen paquete de reservas que permita mantener el dólar en los alrededores del piso de 1.000 pesos fijado para el piso de la banda cambiaria.
Apelar al financiamiento externo puede ser una posibilidad, aunque es una posibilidad cara. Con el riesgo país de la Argentina en torno de los 700 puntos básicos, el costo de la operación sería una tasa de interés del 11% en dólares.
Y viene con signo de interrogación el uso de la motosierra, el sello que en todo el mundo identifica la gestión de Milei. Si se quiere, el ajuste y la desarticulación del Estado a todo trance.