viernes, mayo 9, 2025

Furor por El Eternauta: cuando la historieta llegó a las escuelas de todo el país

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A una semana de su estreno, la serie argentina El Eternauta se convirtió en un fenómeno global, al punto de ser hoy la serie de habla no inglesa más vista en el mundo. Pero el éxito de la historia protagonizada por Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo no solo quedó en el mundo de las plataformas, sino que disparó también las ventas de la historieta en la que se basa la serie. Docentes de escuelas de Rosario y la región recuerdan cuando el texto llegó a las escuelas gracias al Plan Nacional de Lectura.

«Todo hasta donde se podía ver se cubría ya de aquella nevada. Nevada irreal, nevada de dibujos animados y mortal, terriblemente mortal», dice una de las legendarias líneas de El Eternauta, que con guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López se publicó originalmente en la revista Hora Cero, entre 1957 y 1959.

Tal como publicó este lunes La Capital, el furor por la serie disparó también las ventas en las librerías de Rosario, al punto que en muchas de ellas se agotaron los ejemplares que tenían disponibles.

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«El Eternauta» se coló en la mesa de las novedades. Foto: Eterna Cadencia

El Eternauta en las escuelas

En medio de los debates en torno a la serie, por las redes sociales recordaron cuando en 2007, a 50 años del aniversario de El Eternauta y 30 de la desaparición de Oesterheld, el Ministerio de Educación nacional distribuyó la historieta en bibliotecas y escuelas de todo el país. Junto a la obra, se entregó el cuadernillo «50/30: 50 años con El Eternauta, 30 años sin Oesterheld», como parte de un plan nacional para acercar a los más jóvenes a la lectura.

El programa significó la distribución de más de cien títulos de autores nacionales e internacionales, entre ellos la Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar (Rodolfo Walsh) y los cuentos de Haroldo Conti, escritor desaparecido durante la última dictadura.

En 2012 se desató una polémica en la ciudad de Buenos Aires, cuando el entonces jefe de gobierno porteño Mauricio Macri prohibió la circulación de El Eternauta en las escuelas, bajo la acusación de que la historieta implicaba «adoctrinamiento». El mismo argumento que se escucha hoy en día para cuestionar que temas sobre ESI o derechos humanos se debatan en las aulas. La prohibición generó un efecto boomerang, ya que las ventas de El Eternauta aumentaron un 23 por ciento tras la censura.

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En 2007 se cumplieron 50 años del aniversario de El Eternauta y 30 de la desaparición de Héctor Oesterheld. Desde el Ministerio de Educación, con la participación de su viuda, Elsa, editamos y distribuimos ejemplares del libro para bibliotecas de todo el país. Los años pasan,… pic.twitter.com/1PHAu3aqc8

— Daniel Filmus (@FilmusDaniel) May 2, 2025

El héroe colectivo en tiempos de crueldad

Cuando tenía 16 años, en plena dictadura, Claudia Abraham encontró entre los estantes de la vieja Biblioteca Alberdi un ejemplar de El Eternauta y su fascinación fue inmediata. Era la primera vez que leía una obra de ciencia ficción situada en la Argentina. Podía reconocer en sus páginas lugares emblemáticos de Buenos Aires como la avenida General Paz o la cancha de River.

«Volví a encontrarme con su reedición en el año 2012, cuando el Ministerio de Educación de la Nación mandó a cada una de las escuelas y para cada grado una caja con material bellísimo de literatura infantil que tenía ilustraciones espectaculares«, recordó Abraham en un posteo que publicó en sus redes sociales y que compartió también con La Capital. La profesora ya jubilada fue docente de primaria en varias escuelas y transité sus últimos 25 años en la Escuela 6.386 Cayetano Silva.

Cuando El Eternauta llegó a las aulas ella estaba a cargo de 7º grado y había adoptado «como ritual» un espacio de lectura libre dos veces por semana: los chicos se ubicaban como más cómodos se sentían y elegían qué querían leer: «Algunos lo hacían en sus mesitas, otros sentados en el piso o poniéndose panza abajo y pies para arriba para disfrutar de ese momento que era único«. Claudia recuerda que había un nene al que no le gustaba leer, pero que cuando vio la historieta de El Eternauta «se enganchó muchísimo».

«Un tiempito después —recordó— empezó el sistema de préstamos a domicilio para que después en clase los chicos les contaran a sus compañeros de qué se trataba lo que habían leído y hacer intercambio de libros. Así fue como muchos de los pibes y pibas llegaron a la obra de Oesterheld y después charlamos sobre su vida y la historia de su familia».

Durante la última dictadura militar, tanto Héctor Germán Oesterheld como sus cuatro hijas fueron secuestrados y desaparecidos. Al momento del operativo, dos de las hijas estaban embarazadas y, se supone, dieron a luz durante el cautiverio. Aun se desconoce el destino de los bebés.

«El Eternauta es la segunda serie más vista en la plataforma Netflix. En la Feria del Libro es la obra más vendida. Ahora que todo el mundo está hablando de esto, los docentes tienen una oportunidad maravillosa para abordarla desde distintos ángulos: los géneros de historieta y ciencia ficción, el lenguaje del cine, la biografía del autor y la historia de su familia en el marco de la última dictadura, la crisis del 2001 y nuestro propio presente», abundó Abraham, para quien «en tiempos atravesados por la crueldad y el individualismo, en los que los sentidos se desdibujan y los rumbos se tornan esquivos, El Eternauta es una roca firme a la que aferrarnos que nos sigue enseñando que a la historia la hacemos los pueblos y solo los pueblos somos capaces de cambiarla«.

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La ciencia ficción en el aula

«Todo momento de lectura es político, y el momento político de la lectura de El Eternauta cuando llegó con el Plan Nacional de Lectura no es el de ahora», dice Flavia Pascualini, docente de lengua y literatura en escuelas secundarias de Pérez, Casilda y Zavalla. En este marco, para la profesora haber leído El Eternauta en aquella oportunidad «estaba quizás simplemente enfocado como texto de ciencia ficción, formato historieta y con todo el análisis desde lo literario que implicaba todo eso».

«Quizás en aquel momento no hicimos un exhaustivo análisis político de lo que la trama narrativa de El Eternauta encerraba, aunque sí tal vez un buen análisis ligado más bien a la ciencia ficción y a la mirada apocalíptica. En cambio ahora, con esto de ‘el héroe colectivo’ que encierra El Eternauta podemos hacer otro tipo de lectura, que varía de acuerdo a la edad de los lectores».

Para la docente, como todo buen texto de literatura, la historieta de Oesterheld y Solano López no puede reducirse como una obra para determinada edad, porque las múltiples lecturas posibles así lo habilitan: «Hoy está de relevancia otra vez y me permite a mí como profesora insistir constantemente con esta posibilidad de que los libros llegaban de manera gratuita a las escuelas, de que los chicos que tienen ese libro en la mano no pagaron nada, que aparte la edición era espectacular. En la escuela técnica (la Nº 459 de Pérez) tenemos la segunda parte de El Eternauta y hoy están todos completamente motivados, no solo con leerlo, sino con hacer esta cuestión comparativa, desde una lectura y análisis crítico, entre algo que viene del mundo de lo escrito y pasa al mundo del cine».

Si bien reconoce que sus alumnos adolescentes consumen más manga (cómic japonés) que historieta, imagina como un desafío plantear llevar la historieta a texto narrativo de prosa, como ejercicio posible de escritura con los adolescentes.

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El Eternauta fue publicada originalmente entre 1957 y 1959 en la revista semanal Hora Cero.

El héroe colectivo y el Plan Nacional de Lectura

Daniel Filmus es docente de la UBA, investigador del Conicet y era ministro de Educación nacional cuando se distribuyó El Eternauta. «En aquel momento —contó a La Capital— se acercó el dibujante (Solano López), el nieto sobreviviente de Oesterheld (Martín) y la viuda (Elsa) a plantearnos que tenían la voluntad que se difunda entre los jóvenes la obra, así que trabajamos para hacer una adaptación y una edición muy barata para enviar a todas las bibliotecas del país. Y también con una guía para poder trabajar en las aulas».

El exministro destacó que esa acción estaba enmarcada en el Plan Nacional de Lectura, a través del cual se repartieron obras de la literatura argentina y universal, además de una campaña de lectura que llegó hasta las canchas de fútbol. «El hecho principal era que la historieta es un camino importante para atraer a los chicos por primera vez a la lectura, y al mismo tiempo por el contenido que tenía ahora, que da lugar a que los docentes puedan trabajar en las aulas literatura desde el más alto nivel». De la serie dijo que es «una excelente adaptación a los tiempos actuales y una enorme producción que nos enorgullece como argentinos«.

Filmus recordó que en su momento El Eternauta en las aulas significó toda una novedad, ya que entonces los jóvenes no tenían casi ninguna posibilidad de acercamiento. «Había quedado, como otras obras, para la historia, por eso fue un camino novedoso para integrar a la lectura y dar el debate respecto de valores humanos vinculados a que el héroe es colectivo y que nadie se salva solo«.

«Todos queríamos ser Juan Salvo», apuntó Filmus, quien leyó por primera vez la historieta en un viejo ejemplar que consiguió en parque Rivadavia. Para el exministro de Educación de la Nación entre 2003 y 2007, una de las claves de la vigencia y el furor por El Eternauta es que implica un mensaje que va a contracorriente de cierto discurso cultural imperante no solo en la Argentina sino también a nivel global, «donde uno ve que lo dominante es la agresión, la denostación, la marginación y el ver al otro como enemigo».

Frente a eso, advierte que lo que plantea El Eternauta, y que se ve en la serie de Netflix, es que «mucha gente que no se conoce y con orígenes y culturas distintas se unen en torno a un objetivo común». Y apuntó: «La pandemia ayudó a fortalecer esto. Basta leer al filósofo Byung-Chul Han o cuando Milei quiso avanzar con la idea del homeschooling, donde cada uno estudia en su casa, frente a la idea más básica de la escuela que es estar juntos. Por eso creo que lo más cercano a esta mirada de El Eternauta es la escuela, que pone un espacio común a chicos de orígenes muy diferentes y que aprenden no solo del maestro sino de la convivencia».

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