lunes, septiembre 1, 2025

El misterio de Charlie Chop-off: mató a cuatro chicos y hubo un detenido que fue declarado inimputable

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Charlie Chop-off, conocido también como «el barbero loco», fue el seudónimo de un asesino serial que mató a cuatro chicos en Manhattan, Estados Unidos, aunque nunca pudo ser atrapado más allá que hubo un detenido al que se le atribuyeron los crímenes, pero fue internado en un hospital neuropsiquiátrico por su inestabilidad mental.

Los homicidios se dieron entre 1972 y 1973 y las víctimas fueron tres niños negros estadounidenses y uno puertorriqueño, aunque hubo una víctima a la que no pudo matar.

Los crímenes fueron contra varones y en todos los ataques, a excepción de uno, hubo mutilación o intento de mutilación genital de los menores.

El caso de este asesino serial permanece abierto, pero algunos insisten en que el autor de los hechos fue Ernesto «Erno» Soto, quien fue detenido como sospechoso.

Incluso Soto confesó uno de los crímenes, pero fue declarado no apto para el juicio en diciembre de 1976 y regresó a una institución psiquiátrica.

El 9 de marzo de 1972, Douglas Owens, de 8 años, fue hallado asesinado de 38 puñaladas y su pene había sido cortado, pero no separado del cuerpo.

El 20 de abril del mismo año otro chico fue apuñalado de manera reiterada y sus genitales fueron separados de su cuerpo, pero este menor sobrevivió a las heridas.

El 23 de octubre, también de 1972, Wendell Hubbard, de 9 años, fue asesinado a puñaladas en el tejado de un complejo de viviendas en East Harlem y su pene también había sido separado del cuerpo.

El 6 de marzo de 1973, Luis Ortíz, un niño puertorriqueño de 9 años, fue apuñalado 38 veces y mutilado.

En tanto, el 17 de agosto de 1973, Steven Cropper, de 8 años, fue apuñalado en forma reiterada con una navaja en el techo de complejo de viviendas, donde murió desangrado por una herida en el brazo, pero en este caso su pene quedó intacto.

El 16 de mayo de 1974 aparece en escena Soto, de 33 años, cuando fue detenido por el intento de secuestro fallido de un chico de Puerto rico.

El sospechoso, que al ser apresado murmuraba un lema religioso, había sido paciente intermitente del Hospital Estatal de Manhattan desde 1968 y lo describían como un ex drogadicto desempleado.

Soto confesó el asesinato de Cropper en 1973 y el niño sobreviviente dijo que el acusado se parecía a su atacante, pero se negó a identificarlo.

Las autoridades del Hospital Estatal de Manhattan declararon que el sospechoso estaba bajo su custodia cuando se produjo el crimen del menor, pero luego deslizaron que podría haber escapado de su confinamiento, como ya había sucedido antes.

Más allá de esa confesión, no había pruebas que lo ligaran a ese homicidio y mucho menos a los demás.

Sin embargo, los investigadores aún creen que es un probable sospechoso, alegando que los asesinatos cesaron tras su detención.

Además, una fuente anónima de la Policía lo ubicó como posible culpable del primer crimen, pero debido debido a su grave inestabilidad mental, no fue juzgado.

En 1993, los abogados de Soto solicitaron que lo liberen del Centro Psiquiátrico Forense Kirby y lo internaran en un «hospital no seguro».

El pedido de los letrados no tuvo éxito, ya que el acusado mostraba de manera continua un comportamiento violento y afirmaba que aún sentía la necesidad de «sacrificar a alguien a Dios».

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