La hepatitis fulminante, también conocida como falla hepática aguda grave, es una emergencia médica caracterizada por la pérdida rápida de la función del hígado en una persona sin enfermedad hepática previa. Se caracteriza por la necrosis masiva del tejido y, en muchos casos, el trasplante del órgano puede ser la única cura: si no se realiza el trasplante a tiempo, puede provocar la muerte en hasta el 40% de los casos. Ahora, científicos del Laboratorio de Hepatología Experimental y Terapia Génica del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (Universidad Austral/Conicet) lograron validar una nueva vía terapéutica para esta enfermedad.
Demostraron, por primera vez, que una proteína llamada RAC1 –cuya actividad se incrementa en pacientes con hepatitis fulminante– puede ser bloqueada farmacológicamente para proteger el hígado y reducir el daño. Se trata del primer avance terapéutico experimental a nivel mundial basado en el bloqueo farmacológico de esta proteína.
Los investigadores probaron la molécula 1D-142, originalmente patentada para oncología, que nunca antes había sido aplicada en modelos animales ni muestras humanas con hepatitis fulminante. Los ensayos preclínicos, realizados en tres modelos animales, mostraron resultados muy prometedores: un efecto protector del hígado, reduciendo la inflamación, la necrosis celular y los marcadores bioquímicos de daño.
Accedieron a esta molécula originalmente diseñada para tratar el cáncer gracias a una colaboración con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
Luego tuvieron la oportunidad de probarla en explantes de tejidos hepáticos humanos provenientes de pacientes con falla hepática. “Era una forma muy cercana a la clínica de ver in vitro que pasaba”, contó a LA NACION el doctor Guillermo Mazzolini, investigador superior del Conicet. Y siguió: “Lo que vimos fue algo similar a lo que pasaba con los hígados animales: el daño era menor, la inflamación era menor. Y eso le otorga un valor importante, abre una ventana de que en un futuro podamos impactar en tratamientos”.
“La validación de RAC1 como objetivo terapéutico y la aplicación de esta molécula en modelos animales representa un paso importante hacia terapias efectivas para una enfermedad con opciones de tratamiento limitadas”, resumió el también decano de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y director del laboratorio.
También cuentan con evidencia que respalda el potencial terapéutico de esta molécula en el contexto de la falla aguda sobre crónica (ACLF, por sus siglas en inglés de acute-on-chronic liver failure), un síndrome que afecta a pacientes con cirrosis y que se caracteriza por una descompensación hepática aguda, acompañada de una o más fallas de otros órganos. Y se asocia a una alta mortalidad a corto plazo.
A la vez, en muestras de hígado sano no se detectaron signos de toxicidad, lo cual sugiere un perfil de seguridad alentador. La tecnología ya cuenta con una patente internacional (PCT) en trámite. “Hay una base de concepto y pruebas muy sólidas, y lo siguiente son distintos pasos para llegar a la clínica. Es necesario seguir consiguiendo fondos para esto”, dijo Mazzolini, quien adelantó además que descubrieron una nueva molécula, con un potencial que va por encima de lo ya publicado y le agrega un desarrollo más potente.
El tratamiento fue probado en tres modelos animales distintos de hepatitis fulminante y en tejido hepático humano ex vivo. En todos los casos, los resultados fueron consistentes y significativos:
En términos simples, el tratamiento redujo casi a la mitad los indicadores de daño hepático en sangre.
El estudio, recientemente aceptado para publicación en Journal of Hepatology Reports, fue realizado en el marco de la tesis doctoral de Bárbara Bueloni, becaria del IIMT, bajo la dirección de los doctores Mazzolini y Juan Bayo, en el Laboratorio de Hepatología Experimental y Terapia Génica. Contó con la participación de Esteban Fiore, el aporte del equipo de investigación y la colaboración de Julieta Comin (INTI), quien intervino en las etapas iniciales del desarrollo de la molécula evaluada.
“Es el resultado de años de investigación”, señaló Mazzolini. En alianza con el Conicet, la universidad impulsa el desarrollo de nuevas tecnologías en ciencias biomédicas con proyección clínica, con especial foco en áreas estratégicas como la hepatología, la terapia génica y la medicina de precisión. En busca de promover la articulación entre ciencia básica, instituciones públicas y actores del sector privado. En este caso, participó como socio estratégico la empresa biotecnológica Spectrum, vinculada al laboratorio y centrada en terapias innovadoras para enfermedades hepáticas.
“Buscamos posicionarnos en el desarrollo de tecnologías que generen soluciones concretas para problemas reales en salud. Este trabajo es un claro ejemplo de cómo la investigación traslacional puede conducir a innovaciones con impacto social y sanitario”, concluyó.