jueves, agosto 7, 2025

Qué necesita Javier Milei para sostener los vetos

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El presidente Javier Milei enfrenta una nueva pulseada legislativa tras haber vetado tres leyes de alto impacto social y fiscal: el aumento de las jubilaciones, la restitución de la moratoria previsional y la declaración de emergencia en discapacidad.

 La decisión de Javier Milei, formalizada mediante el Decreto 534/2025, abrió un nuevo capítulo de tensión entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, que ahora deberá definir si insiste con las leyes aprobadas o acepta el veto presidencial.

En el sistema constitucional argentino, el presidente tiene la facultad de vetar total o parcialmente cualquier ley sancionada por el Congreso. Esta prerrogativa funciona como un mecanismo de control entre poderes y permite al Ejecutivo frenar iniciativas que considere inconvenientes o inviables.

Una vez sancionada una ley, el presidente dispone de diez días hábiles para promulgarla o vetarla. Si no se pronuncia en ese plazo, la ley queda automáticamente promulgada. En caso de veto, la entrada en vigencia de la norma se suspende, y el texto vuelve al Congreso, que puede optar por insistir en su aprobación original.

A diferencia de lo que ocurre con la sanción de leyes ordinarias, revertir un veto presidencial requiere una mayoría agravada: dos tercios de los votos en ambas cámaras. Esto significa que la oposición necesita reunir: 171 votos afirmativos en la Cámara de Diputados (sobre 257 miembros) 48 votos afirmativos en el Senado (sobre 72 miembros)

En cambio, para que el veto se mantenga, el oficialismo necesita apenas un tercio de los votos en una sola cámara. Es decir: 86 votos en Diputados, 25 votos en el Senado. Si Milei logra reunir ese piso mínimo en cualquiera de las dos cámaras, los vetos quedan firmes y no hay posibilidad de insistencia durante ese período parlamentario.

¿Cómo se vota la insistencia?

El procedimiento comienza en la Cámara de origen, es decir, donde se inició el proyecto. Si se alcanza la mayoría de dos tercios, el texto pasa a la Cámara revisora. La votación es nominal, lo que significa que cada legislador debe expresar su voto públicamente. No hay trabajo en comisiones ni posibilidad de modificar el texto: se vota tal como fue sancionado originalmente.

El Ejecutivo justificó su decisión en razones fiscales. Según el decreto, la aprobación de las tres leyes implicaría un gasto adicional de más de $7 billones en 2025 (equivalente al 0,9% del PBI) y $17 billones en 2026 (1,68% del PBI). Además, cuestionó las fuentes de financiamiento previstas y advirtió que las iniciativas pondrían en riesgo el equilibrio fiscal, comprometerían metas económicas y afectarían el sistema previsional.

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