domingo, julio 27, 2025

Catamarán Aquila 50: la última aventura del espacio

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Este nuevo producto de la firma norteamericana no es grande, ¡es enorme! Con casi 16 m de eslora (52 pies) y poco menos de 8 de manga, presenta superficies impensables no sólo para un monocasco, sino también para catamaranes de la misma longitud. Dimensiones que el astillero ha logrado sin hipotecar un diseño elegante, muy lejos de esos catamaranes que, lamentablemente, siempre terminan pareciéndose a un velero que ha perdido el mástil.

La cubierta principal

Al subir a bordo del Aquila 50 uno se encuentra inmediatamente con una gran zona de estar que, sin barreras arquitectónicas, se desarrolla de manera continua desde el comedor exterior hasta el interior de la cubierta principal. Destaca el bar, que se asoma a la cocina y, gracias a una ventanilla abatible y un espejo inferior, extiende los límites naturales del barco más allá de su estructura física.
En el interior nos sumergimos en un enorme salón de planta abierta. A babor se ubican una gran cocina en L, el acceso al casco de ese lado y una zona de comedor con un sofá en U capaz de alojar entre 8 y 10 personas. A estribor hay espacio para una gran heladera doble, amplios armarios de guarda, el descenso al casco correspondiente y un cómodo sofá doble.

Toda esta zona ha sido pensada hasta en el más mínimo detalle. Con sólo cerrar la ventana del bar y la puerta de entrada, este inmenso living se transforma en un ambiente cerrado, protegido de las inclemencias del tiempo y acondicionado para los climas más cálidos.

Para pasar la noche

Es difícil no quedar encantado con el camarote principal del Aquila 50. No es simplemente un camarote más: es un verdadero departamento que aprovecha al máximo el espacio, creando un loft de más de 20 m2, dimensiones que sólo se encuentran en superyates.
La cama King Size, ubicada al centro y flanqueada por mesas de luz, aprovecha las ventanas que dan al living de proa para inundar el ambiente de luz natural. A esto se suman grandes ventanales laterales que ofrecen una vista inigualable. A estribor de la cama se extiende un amplio sofá en L que conecta con una elegante mesa de trabajo integrada en la boiserie. Desde aquí se accede también a un gran armario, con espacio suficiente para guardar todo lo necesario para largas travesías.

A babor se encuentra un box de ducha doble, cerrado por una puerta de cristal que deja filtrar la luz exterior. El mueble de baño cuenta con piletas dobles y numerosos armarios, ampliando notablemente la capacidad de guarda. Este ambiente, cerrado, utiliza la proa del casco de babor para no restarle espacio al camarote principal. Los demás camarotes pueden configurarse según las preferencias del propietario, con múltiples variantes ofrecidas por el astillero: desde una versión con tres cabinas y local técnico, hasta otra con cuatro cabinas más dos para tripulación.

Exteriores y proa fuera de serie

La proa añade funcionalmente otra cubierta habitable al barco. Cada centímetro fue aprovechado, desde los accesos hasta las dos proas extremas, equipadas con cómodos sillones ideales para la navegación. En el centro de esta amplia área –que mide unos 30 m2– se ubica una enorme sala de estar, con un sofá de cinco metros en la proa extrema. Frente a él, una primera fila de asientos forma, junto al sofá, un segundo gran comedor exterior. Este puede completarse con una mesa voladora y lonas de sombra, convirtiéndose así en el área más ventilada del barco para comer al aire libre.

Detrás de esta fila, una segunda hilera de asientos incorpora respaldos móviles que, al elevarse, transforman los almohadones en cuatro espléndidas chaise-longues. Si el plan es tomar sol, basta con abatir los respaldos para obtener dos grandes colchones que pueden albergar a varios pasajeros. El flybridge es accesible tanto desde la dinette de popa como desde la proa. En ambos casos, al llegar, el efecto wow es inevitable. La sensación de espacio ilimitado –unos 60 m2– se potencia por la posición elevada y la ausencia total de barreras.
La sección de popa está dedicada al gran solárium y a un mueble bar/cocina lineal sobre estribor, que incluye una generosa parrilla. En el centro hay un sofá en L y una mesa tipo libro para ocho personas. La parte delantera del flybridge está dedicada a la navegación y alberga dos butacas de mando con apoyabrazos. La consola de conducción está equipada con toda la electrónica necesaria y, a bordo del Aquila 50, la visibilidad es siempre excelente en todas las direcciones.

La prueba

Según los datos declarados por el fabricante, este catamarán, equipado con dos motores Volvo Penta D6 de 480 HP cada uno, maniobra con gran facilidad. Las hélices de proa –opcionales– son especialmente útiles y cumplen su función a la perfección, algo clave en un catamarán. En velocidad de crucero, a 8 nudos y con oleaje medio, se comporta con total solvencia y máxima comodidad. A esa velocidad, las emisiones son muy bajas y la autonomía teórica supera las 800 millas sin recargar combustible.
Al acelerar, el barco gana velocidad con facilidad: gracias a la escasa fricción de sus cascos, alcanza los 12 a 14 nudos sin generar olas significativas. Finalmente, pese a sus casi 33 toneladas a plena carga, la velocidad máxima declarada por el astillero supera los 21 nudos. En conclusión, este nuevo Aquila 50 es un explorer catamarán muy bien concebido, con numerosos puntos fuertes. Es fácil imaginarse a bordo, disfrutando de largos y placenteros cruceros sin limitaciones.

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